Hábitos de lectura en adolescentes: problemática e iniciativas

El móvil y la tablet son, actualmente, los mejores amigos de los adolescentes. Existen múltiples iniciativas hoy día que permiten compatibilizar estos dispositivos con la lectura e incluso fomentar la interacción entre ambas. Un adolescente debe tener tiempo para disfrutar de un buen libro y también de utilizar la tecnología para ocio, infoentretenimiento o comunicarse con sus amigos. El objetivo es encontrar la medida justa y el orden para que haya espacio para todo.

 

La propia forma de ser de un adolescente, más proclive a caer en adicciones, puede ser un gran aliado en el proceso del aprendizaje. Según un estudio de la Universidad de Columbia, los adolescentes son especialmente sensibles a las señales de recompensa. La persecución de esta sensación los hace dedicar horas a realizar búsquedas en torno a sus gustos en la Red. Pero también puede ayudarlos a la adquisición de nuevos conocimientos porque el cerebro adolescente está específicamente preparado para recibir información nueva y recordarla mejor que un adulto.

 

La lectura en adolescentes es un aprendizaje continuo porque, como dijo Miguel de Cervantes, «El que lee mucho y anda mucho, ve mucho y sabe mucho».

 

En su informe anual de hábitos de lectura del pasado año, la Federación de Gremios de Editores de España (FGGEE) desveló que la tendencia de los jóvenes es a retirarse de la lectura: una hora menos a la semana que el año anterior, a los 10 años. A los 15 años la caída es brutal, del 70,4% al 44,7%. La tendencia solo se compensa a partir de los 25 años. El hecho es que el móvil ha desplazado al libro en las nuevas generaciones de nativos digitales.

 

El mayor índice de consumo TIC es el de jóvenes de 16 a 19 años. A partir de los 14 años, el tiempo de ocio lo entregan a las redes sociales. Los videojuegos han cedido terreno a una herramienta de trabajo indispensable: Internet. No podemos perder de vista los nuevos hábitos de consumo de contenidos en los jóvenes a la hora de fomentar la lectura. Cuando un adolescente mira la pantalla de su móvil es muy posible que esté inmerso en una lectura de su interés.

 

Las bibliotecas y la lectura en adolescentes

 

La labor de las bibliotecas como prescriptoras de lectura en adolescentes es fundamental. En este sentido, muchos profesores de instituto señalan que necesitan bibliotecarios que incentiven a la lectura a los jóvenes que acuden a su espacio. Y en este sentido, disponer de un amplio catálogo, bien ordenado y actualizado es muy importante. El confinamiento y el libro digital podrían haber revertido ligeramente esta tendencia. Falta saber si conseguiremos mantenerla en el tiempo.

 

Para empezar, sería interesante fomentar la asistencia de niños y adolescentes a la biblioteca. Las familias deben implicarse comprando libros a sus hijos y llevándolos a las bibliotecas. Como se ve en este esquema de la Federación de Gremios de Editores de España, es muy baja:

 

 

Sin duda, es el momento de implementar iniciativas para evitar que esto vaya a más. Probar otros formatos como los audiolibros, evitar obligar a leer libros y dejar que ellos los escojan. Fomentar la lectura de libros con los que se sientan identificados y activen su imaginación. Que el libro les resulte atractivo desde el título hasta su significado, es fundamental para que no lo abandonen.

 

 

En opinión de distintos psicólogos y pedagogos, intentar generar el hábito de media hora de lectura al día es un reto asequible. A tres minutos por página, equivaldría a leer 10 páginas pero crearía un vínculo y una rutina de cara al medio plazo.

 

Las redes sociales como aliadas en el fomento de la lectura

 

Desde el punto de vista docente, según el filólogo y profesor de lengua y literatura catalán Cristian Olivé, la lectura es una herramienta que «puede ayudarnos a explorar la creatividad de nuestros alumnos». En este sentido, con los suyos propios ha integrado una forma diferente de experimentar la lectura, en la que ha incluido iniciativas como valorar la lectura como si fueran youtubers, elaborado las letras de un disco basadas en el argumento de la novela, idear conversaciones de whatsapp en las que hablan los personajes de la trama o creado una cuenta de Instagram del protagonista del libro.

 

En opinión de José Martín Aguado, profesor de inglés e historia, «cualquier forma de incentivar a que lean más traerá muchos más beneficios a los alumnos que inconvenientes». Por eso han creado un canal de Youtube «donde los alumnos se convierten por un día en críticos de libros en Youtube –los famosos “booktubers” que promocionan la lectura a través de sus opiniones y retos literarios-. Es una actividad que gusta mucho a los más jóvenes. Crean comunidad animando unos a otros a leer más compartiendo sus lecturas favoritas. Además, aprenden a actuar delante de la cámara y teatralizar para hacerlo aún más atractivo».

 

En este sentido, Arnau Gómez Farell, youtuber de literatura y educación e investigador en la UAB , habla de la multitud de espacios virtuales que nos permiten trabajar, estudiar, socializar y entretenernos al tiempo. Las ficciones digitales se caracterizan por la interactividad que permiten a la hora de construir historias como A Duck has an Adventure, que comparte el esquema de los clásicos “Elige tu propia aventura”, que deriva en una enorme complejidad de tramas paralelas. También destaca juegos como Metamorphablet, que permiten al lector transformar el contenido convirtiendo palabras en metáforas o The Empty Kingdom, que ofrece un mensaje pacifista al impedir usar la espada contra las criaturas que aparecen en él.

 

 

Para quien necesite recomendaciones de lecturas que enganchen a sus hijos adolescentes de cara al verano, en Internet hay numerosos listados con cientos de propuestas, como esta de Ser Padres, esta de Educación 3.0, esta de El Mundo, o esta de El Asombrario, que promete que con estas siete novelas los jóvenes dejarán de creer que leer es aburrido.

 

Hay que recordar que lo más importante es generar el hábito diario, la magia de las grandes historias en papel hará el resto.