Navidad en los archivos, historia y tradición

La Navidad tiene una importante historia que todas las personas conocemos de un modo u otro, pero los elementos que nos acompañan en estas fechas también la tienen. La lotería, los dulces, los adornos, los villancicos o las felicitaciones son solo algunas de las cosas que asociamos con esta festividad.

Todo tiene un origen y muchas de las historias de estas tradiciones las encontramos entre los archivos, gracias al trabajo que se realiza para conservar nuestro patrimonio documental.

Si hay una fiesta que lleva siglos celebrándose, esta es la Navidad. Lo curioso es que hay muchas de su tradiciones que se han conservado a lo largo de todos estos años. El árbol navideño, las comidas o las canciones. En este artículo hacemos una aproximación histórica a algunas de las tradiciones de estas fechas a través del patrimonio archivístico.

Los dulces navideños

La comida siempre ha tenido un papel importante en las festividades. Los archivos también nos muestran qué es lo que consumían antes en Navidad, así como otras costumbres navideñas asociadas, como el aguinaldo. Esta palabra fue definida por la Academia en 1726 como: «El presente o regalo que se pide o se da en atención a la festividad del nacimiento de Cristo Señor nuestro, y en la de la Epifanía, que unas veces es de cosas comestibles y otras de dinero o alhajas». Es decir, una especie de paga extra.

Archivo navideño aguinaldo

Fuente: Archivo Histórico de la Nobleza

En dicho documento (ALMODÓVAR,C.150) podemos encontrar información sobre el aguinaldo, así como acerca de los dulces típicos que se consumían, por tales fechas, en una casa de la aristocracia, en este caso, vinculada a la región de Valencia. Entre tales golosinas se encuentran las confituras de limón, guinda, melocotón y uva moscatel; la canela y el cacao del Soconusco (considerado como uno de los mejores del mundo) [1]; el azúcar florete [2] y las cascas [3], un dulce tradicional de la gastronomía valenciana y mallorquina hecho a base de almendra y azúcar.

Las confiterías también elaboraban y vendían marquesillas, mazapanes, bizcochos, peladillas o mermeladas. Aunque también era típico comer almendras dulces, amargas y almendrados. Todo esto junto a un gran clásico también de la actualidad: el turrón, el cual se vendía por libras, onzas y arrobas.

Estos gustos los sabemos gracias a archivos de compras. Por ejemplo, hay documentada una adquisición realizada en Córdoba en 1855 que contenía siete docenas de cajas de turrón y seis cajas de peladillas de almendra.

Además, sabemos que estos dulces eran un regalo típico de la época. En un escrito sobre el correo que le había llegado a un Duque en 1751 se menciona que le obsequiaran con aceite y turrón.

Un clásico español: los mantecados de Estepa

Uno de los grandes ejemplos de dulce navideño son los mantecados del pueblo sevillano de Estepa. Este clásico de la Navidad se realizaba por el exceso de cosecha de trigo y manteca de cerdo.

La historia del pueblo con los dulces comienza en el siglo XVI. Concretamente la primera referencia que se conoce es de 1559 en un «documento de venta» de Estepa firmado por la Orden de Santiago. Como testigo aparece Tristán Gómez, que era repostero.

De todos modos, los mantecados que conocemos hoy en día aparecen a finales del siglo XIX de la mano de Micaela Ruiz Téllez, conocida como la Colchona. La mujer utilizaba la manteca sobrante de las matanzas de cerdo que realizaba para hacer los antes llamados mantecados. Como su marido se dedicaba al transporte de bienes y personas hasta Córdoba, decidió llevar los dulces para venderlos por el camino, empezando así su comercialización.

Los mantecados son a día de hoy uno de los alimentos por excelencia en la Navidad española y Estepa produce sobre el 95% del total elaborado en el país.

La lotería

Esta rifa es más antigua de lo que se puede pensar. Fue el 10 de diciembre de 1763 cuando se realizó en Madrid el primer sorteo de la Real Lotería. El monarca Carlos III creó la Real Hacienda para que garantizase esta lotería primitiva y decretó que las ganancias de la misma irían destinadas a “Hospitales, Hospicios y otras Obras Pías y Públicas”.

Este sorteo contenía un total de 90 números y los jugadores debían escoger dos a los que apostar. Había cinco premiados. Para jugar uno debía ir junto a un postero que anotaba la apuesta y le entregaba un recibo (antes rescuento) que garantizaba la participación.

La Lotería Nacional nació en Cádiz en 1812, durante la Guerra de la Independencia. Se le puso este nombre porque se creó para obtener recursos para hacer frente a un conflicto contra un invasor, en defensa de la soberanía del país.

Esta lotería es con números impresos: a una sola cara y en tinta roja o negra, con la fecha y número, su valor, si era un billete entero, medio o cuarto, la firma del director de la Lotería y el escudo real. Este sorteo se realizaba junto al de la lotería primitiva, hasta que la más antigua desapareció en 1862.

Tener estos billetes archivados también permite conocer tendencias artísticas ya que eran pintados a mano con dibujos de calidad. Los boletos fueron variando, pero desde 1960 se realizan series temáticas anuales con decorados de todo tipo: imágenes artísticas, literarias, científicas o deportivas. Es por ello que muchas veces observamos, por ejemplo, famosos cuadros del Museo del Prado.

Los villancicos

Cantar villancicos es otra de las grandes tradiciones de la época que años atrás se realizaba con especial ilusión ante el nacimiento montado en la Iglesia o en casa durante la Nochebuena. En este sentido encontramos varios archivos del siglo XVIII. Por ejemplo, el Maestro de capilla de la Iglesia Mayor del Salvador realizó en 1760 una serie de villancicos para ser cantados en el tempo.

Otra de las tradiciones era la Misa del Gallo realizada en la media noche del 24 de diciembre. Al acabar la misma, la gente iba por las calles cantando villancicos y tocando instrumentos musicales.

En el Archivo Dixital de Galicia gallego hay unos escritos que datan del 1756 y que cuentan con tocatas, arias y villancicos compuestos en obsequio a Jacinta Gayoso para cantar en las pascuas.

Las felicitaciones de Navidad

Como no, entre el patrimonio documental también encontramos felicitaciones de Navidad. Naturalmente en los siglos pasados la comunicación era por cartas y postales, por lo que estas debían ser enviadas con días o semanas de antelación o mismamente eran dadas en persona.

Aunque tenemos ejemplos de felicitaciones, las tarjetas navideñas comerciales no aparecieron hasta mediados del siglo XIX en Inglaterra para después extenderse rápidamente por Europa. Junto a la postal, era costumbre incluir un regalo, que en ocasiones suponía el aguinaldo del trabajador.

Aquellos que tenían pequeños negocios (modistas, barberos, repartidores, etc.) y no tenían esa especie de paga extra, se la pedían a sus clientes. Una de las formas era con una postal navideña y normalmente quien la recibía debía responder con algún tipo de propina.

Postal navideña en el belén

Fuente: Biblioteca Nacional de España

La tradición era colgar las felicitaciones en el árbol. Ahora se perdió esta costumbre, pues ni siquiera se envían ya postales para desear buenas fiestas. Aún así, la Biblioteca Nacional de España todavía cuenta con una gran colección pública con tarjetas del pasado.

Toda su historia la conocemos gracias a los archivos. La conservación de los documentos nos permite construir relatos y no olvidar nuestras tradiciones pasadas.